Hace casi un siglo que el Swing nació en Estados Unidos, ya que, antes de los frenéticos años 20, la sociedad y los bailarines imitaban el estilo de moda y baile de Europa. Los primeros pasos del Swing se dieron en Nueva Orleans, aunque también Chicago, Kansas City o Nueva York aportaron que el Swing se iniciara con fuerza en una época donde «la gran depresión» tomó las calles de Estados Unidos.

La música Swing utiliza los mismos instrumentos que su predecesor, el Jazz, y ambas están intimamente relacionadas. Tanto es así, que al Swing también se le suele conocer como Jazz Swing. Pero, una gran diferencia entre ellas es que, en el caso del Swing, las orquestas son más numerosas y llamativas, creándose las famosas Big Bands.

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Esta música no tardó en acompañarse de su propio baile, el Lindy Hop, que al principio fue bailado por los afroamericanos del sur de Estados Unidos, aunque como la música y el baile no tiene fronteras, pronto llegó al resto de Estados Unidos o Europa. En Alemania se convirtió en una forma de protesta contra un gobierno opresor que se oponía a cualquier manifestación en contra de la disciplina del partido.  Este último hecho se recoge en la película Swing Kids (Rebeldes del Swing), dirigida en 1933 por Thomas Carter y donde el coreógrafo Otis Sallid obtuvo un «American Choreography Award» por su trabajo en la película.

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Pero el Lindy Hop no es el único estilo de baile unido al Swing. Pronto surgieron el Charleston que irrumpió con la canción «Charleston», interpretada por Elisabeth Welch y tiene varias variantes, el Jitteburg, el Collegiate Shag Shag, el Jive o el Balboa que tuvo mucha popularidad ya que se adaptó perfectamente a la masificación de las pistas de baile en aquella época, pues permite que una pareja pueda estár bailando en la pista ocupando poco espacio y sin pisar a nadie.

Poco a poco el Swing fue dejando paso al Rock y ésta a su vez al Pop en los años sesenta. En los años ochenta y posteriores el Swing vuelve a ponerse en escena. Pero este ritmo sigue teniendo muy buena salud y el Swing continúa presente en nuestros días. Si escuchamos atentamente incluso podremos escucharlo en radios, hilos musicales, anuncios y en cada rincón de todas las ciudades. En la actualidad, sigue vivo debido a la pasión que derrochan todos sus seguidores, los cuales te puedes encontrar en cualquier plaza de tu ciudad bailando en un «Clandestino» lleno de bailarines con mucha energía y una amplia sonrisa en sus caras.